Seguro que recuerdas perfectamente el plan de acción que trabajaste en diciembre de 2019, de cara a 2020. En aquel entonces, dentro del sector del Fitness, todos teníamos bastante claras nuestras estrategias, objetivos, miedos e ilusiones.
Los temas más discutidos eran las nuevas aperturas, el fenómeno de centro boutique, o la mejora de la experiencia del cliente.
Ahora la conversación es muy diferente.
La transición al pensamiento digital
Nadie imaginó cómo el mundo iba a cambiar a partir de marzo de 2020. Nadie imaginó cómo nuestro sector iba a ser sacudido como no se había visto antes en el mundo moderno. Y es que nos íbamos a quedar sin la pieza fundamental del negocio: la instalación, los centros en los cuales transcurría todo nuestro servicio y contacto con los clientes.
Ahora marzo queda muy lejos. De hecho, da la sensación de que han pasado años en lugar de unos pocos meses. En este tiempo la digitalización ha avanzado a pasos inimaginables.
Los servicios profesionales se están transformando, y el Fitness no es una excepción. Estamos aprendiendo, y mucho.
Gran parte de este avance pasa por redefinir procesos, dotarnos de nuevos recursos y nuevas maneras de hacer. Pero también pasa por redefinir el propio modelo de negocio. Y no solo hay que hacerlo, sino que hay que hacerlo rápido. La pandemia pide cambios nada fáciles de procesar por el “pensamiento offline”. Hay que dar el salto al “pensamiento online”.
Esto no significa centrarse solo en acciones en medios digitales. Hay que ir más allá: pensar cómo se organizan los servicios y productos, cómo se presentan las ofertas, cómo toman las decisiones los clientes…

Reflexiones sobre el cambio
Tal vez podamos aprender algo de otro cambio de paradigma importante que hubo dentro del Fitness no hace tanto. A finales de los 90 el entrenamiento personal se miraba con escepticismo. Era un servicio muy difícil de vender y se percibía como un lujo al alcance de muy poca gente (famosos o deportistas de élite).
Había pocas perspectivas respecto a su futuro en España. ¿Por qué iba a alguien a pagar por una hora lo que pagaba por un mes entero de gimnasio?
En esa época supimos aprender y establecer nuevos procedimientos de trabajo orientados a nuestro servicio. Supimos formarnos en las competencias necesarias del momento: técnicas de venta, coaching, comunicación, lenguaje no verbal… También empezamos a hacer publicidad y a crear “paquetes de servicios”.
Como es normal, hubo resistencias. Los entrenadores apegados a la “esencia” de las ciencias del ejercicio rechazaban “convertirse en vendedores”.
Hoy todos tenemos claro que hay que saber comunicar y vender.
Y en el futuro, todos tendremos claro que hay que pensar en digital. Quien se quede atrapado por las resistencias, difícilmente prosperará.
Ahora es momento de repensar. Repensar nuestro negocio con el cliente en el centro, y hacerlo desde prestaciones físicas y digitales.
Tenemos que usar todo este nuevo abanico de herramientas para entrenadores para hacer llegar al cliente nuestra propuesta de valor. Podemos acompañar a nuestros clientes en cada momento y en cada lugar, interactuar más con ellos y ayudarles en varios contextos.
El ejercicio físico sigue siendo más necesario que nunca. Especialmente cuando tenemos datos de todo lo que contribuye el ejercicio en esta lucha contra el virus. Nuestras soluciones aportan salud, mejora del carácter y bienestar.

Conclusiones
Vivimos un momento histórico, un punto de inflexión.
No habrá una solución única para todos. Cada empresa, cada profesional, deberá encontrar la suya. Pero todos tendremos que aceptar que hay que cambiar. No podemos quedarnos quietos y esperar a que todo vuelva a ser como antes de marzo de 2020.
La necesidad y el deseo de entrenar sigue latente. En nuestras manos está adaptarnos para seguir ayudando a las personas a mejorar su salud y estilo de vida.