Aclaraciones sobre la sarcopenia y la dinapenia

La sarcopenia y la dinapenia no son lo mismo, aunque están muy relacionadas.

¿A qué nos referimos?

En 1989 el Dr. Irwin Rosenberg escribió:

“Ninguna disminución con la edad es más dramática o potencialmente más significativa desde el punto de vista funcional que la disminución de la masa corporal magra … ¿Por qué no le hemos prestado más atención? Quizás necesite un nombre derivado del griego. Sugeriré un par: sarcomalacia o sarcopenia”

La sarcopenia (literalmente “falta de carne”, por tanto, falta de masa muscular) se ha convertido en un término general que ahora se define regularmente como la pérdida de masa y fuerza del músculo esquelético relacionada con la edad. ¿Pero debe definirse así?

La vinculación de los cambios en la masa muscular y la fuerza (definida aquí como la fuerza máxima o potencia producida voluntariamente) a través de la misma palabra (sarcopenia) implica que estos están vinculados causalmente y que los cambios en la masa del músculo esquelético son directa y completamente responsables de los cambios en la fuerza. Y sabemos que eso no funciona así.

Por un lado, parece que la vinculación del deterioro funcional y la muerte prematura se debe a la falta de fuerza, y que se ha vinculado por asociación a la falta de masa muscular (sarcopenia).

Por otro lado, estudios longitudinales nos muestran que mantener o ganar masa magra no evita la pérdida de fuerza asociada con la edad. Estos datos longitudinales indican una disociación entre la masa muscular y la fuerza, y por tanto apoyan la noción de que otras adaptaciones en la función fisiológica (es decir, contribuyentes celulares, neurales, metabólicos) son mediadores de la pérdida de fuerza asociada a la edad.

También sabemos que el aumento de la fuerza observado durante las primeras fases del entrenamiento con resistencias ocurre antes de que el estímulo del ejercicio sea realmente capaz de provocar grandes cambios morfológicos en el músculo, como lo demuestra el aumento de la fuerza voluntaria máxima que ocurre antes de que se observen cambios en la fuerza máxima estimulada eléctricamente. Esto sugiere que las ganancias de fuerza a corto plazo no están relacionadas con factores asociados con la capacidad intrínseca del músculo en sí.

Algo ocurre con la pérdida de fuerza en comparación con la masa muscular debido a la atrofia por desuso. Por ejemplo: 4 semanas de desentrenamiento de los músculos de las piernas resultan en una mayor pérdida de fuerza (∼ 15%) que de masa muscular (∼ 9%), y que las adaptaciones en los “factores neurológicos” explican casi el 50% de la pérdida de fuerza mientras que los “factores musculares” explicaron menos del 40%.

Otro ejemplo de la disociación de la fuerza de la masa muscular se demuestra en la suplementación exógena de andrógenos o factores de crecimiento para combatir la sarcopenia y mejorar la función física, ya que se logra un incremento de masa muscular, pero no de fuerza.

Ante este panorama, deberíamos limitar la palabra “sarcopenia” para la pérdida de masa muscular esquelética relacionada con la edad, y aplicar otro término, “dinapenia” (literalmente “falta de fuerza”) para describir la pérdida de fuerza relacionada con la edad.

La “fuerza muscular” (quizás mejor llamarla “fuerza neuromuscular”) como la producción de fuerza voluntaria máxima, depende de varios factores, entre los cuales:

  • El impulso excitador de los centros supraespinales.
  • La excitabilidad de la motoneurona α.
  • La actividad muscular antagonista.
  • El reclutamiento de unidades motoras y la codificación de la frecuencia.
  • La transmisión neuromuscular.
  • La masa muscular.
  • Los procesos de acoplamiento de excitación-contracción.
  • La morfología y arquitectura muscular.

Nosotros solemos resumirlos en 2 grandes apartados:

  • Aspectos estructurales:
    • Masa, morfología y arquitectura muscular.
  • Aspectos funcionales:
    • Coordinación intra-muscular, inter-muscular, facilitación e inhibición refleja.

Siguiendo el mismo resumen, la afectación estructural atiende a la sarcopenia, y la afectación funcional a la dinapenia.

Si bien la dinapenia parece el inicio y causa del proceso de deterioro asociado a la edad, no debemos olvidar la parte estructural. El músculo ya está considerado un órgano endocrino y no podemos permitirnos su deterioro.

Así que parece que la discusión sobre ¿qué va primero, el huevo o la gallina? no debe enturbiar que al fin y al cabo hay que proteger tanto al huevo como a la gallina: debemos garantizar mantener una buena función (neuro) muscular, así como prevenir la pérdida de masa muscular.

¿Cómo?

Entrenando, y es que el que no entrena, se desentrena.

  • Garantiza la masa muscular con cargas cercanas al fallo (RIR 1-2) a 8-12 repeticiones.
  • Luego, progresivamente aumenta cargas a 3-5 repeticiones (más lejos del fallo).
  • Combínalo con cargas medias a mayor explosividad.
  • Periodiza correctamente el entrenamiento.
  • Aumenta la ingesta de proteínas. Inexplicablemente se ha recomendado siempre una ingesta de 0,8g/kg/día. Es demasiado poco (para todo el mundo). Actualmente ya se recomienda 1,2g/kg/día (o incluso más).
  • Consulta a profesionales cualificados y actualizados.

Referencias:

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