Evaluación física de la persona con cáncer

Combatiendo la depresión a través del ejercicio físico

Es bien conocido los efectos beneficiosos del ejercicio sobre distintas estructuras del organismo (óseo, muscular y tejido conectivo), sobre aspectos del metabolismo y también a nivel neural.

Sin embargo, no se debe pasar por alto, que dichos efectos positivos también se pueden encontrar cuando nos referimos al estado de ánimo y su relación con la actividad física.

Como en la gran mayoría de las enfermedades, éstas suelen ser tratadas a través de fármacos y en el caso de las enfermedades psiquiátricas, como la depresión, el uso de antidepresivos es un procedimiento habitual, no obstante, al igual que ha sido evidenciado su consideración de “píldora” evitando o incidiendo positivamente sobre la salud, el ejercicio físico, ha sido relacionado con menores niveles de depresión y/o que estar físicamente en forma previene casos de depresión. (1)

En este sentido, un estudio reciente ha visto como un nivel bajo de condición física está fuertemente relacionado con el comienzo de elevados síntomas de depresión. (2)

En este artículo queremos repasar en qué medida puede colaborar la práctica deportiva en esta cuestión y qué tipo de pautas resultan más efectivas en torno a la mejora de los síntomas de esta enfermedad.

Tipo de entrenamiento

Se ha observado que las personas con depresión tienen un menor volumen del hipocampo y que la actividad física podría tener un efecto positivo sobre la estimulación del crecimiento de células nerviosas, así como la salud y supervivencia de los mismos. (3). El déficit en esta área también se ha visto en casos de ansiedad. (4)

En relación a esto, programas de actividad física de 3 meses han desarrollado mejoras en el volumen del hipocampo y en la memoria a corto plazo. (5)

Como hemos mencionado, el uso de antidepresivos es un tratamiento habitual, pero, cuando el entrenamiento fue practicado en combinación con la toma de antidepresivos, tras varios meses, los sujetos mostraron menores niveles de depresión y menor índice de recaídas entre los pacientes que estuvieron bajo este tratamiento en comparación con aquellos que solo tomaban antidepresivos. Es decir, existe una disminución del riesgo de los síntomas depresivos en sujetos que son físicamente activos. (6)

Como al igual que en otras enfermedades, el entrenamiento aeróbico ha sido utilizado como primera opción para intentar lograr efectos positivos en el tratamiento de la depresión. Sin embargo si bien es cierto que, en una revisión realizada por Cooney et al. en 2013 (7), se observó como el volumen de entrenamiento era favorable en el tratamiento de la depresión en tanto que un mayor número de sesiones tenían mayores efectos que menos de éstas. También, se contempló que el entrenamiento de fuerza y el combinado (aeróbico + fuerza) fueron más efectivos que el entrenamiento aeróbico exclusivamente.

Tiene su lógica el favorable de que el deporte ayuda a un mejor estado de ánimo, dado que, si es de alta intensidad, es difícil combinar las preocupaciones con la focalización en el ejercicio o que puede ser una herramienta contra los pensamientos depresivos.

Las personas con depresión pueden entrar en un bucle de síntomas de fatiga, cansancio y pérdida de condición física que podrían aumentar su malestar.

Conclusiones

En la literatura actual no se contemplan recomendaciones de ejercicios específicos que podrían ser realizados. No obstante, hemos visto como una mayor frecuencia de entrenamiento y que un entrenamiento combinado de fuerza y resistencia han obtenido mejores resultados en personas que sufren cuadros depresivos.

Además, proponemos que una buena práctica sería la de hacer ejercicios de este tipo en un entorno colectivo o grupos reducidos para que pueda haber un sentimiento de pertenencia a una comunidad que favorezca la adherencia a la práctica.

Bibliografía:

  1. Sui X, Laditka JN, Church TS, Hardin JW, Chase N, Davis K, Blair SN. (2009) Prospective study of cardiorespiratory fitness and depressive symptoms in women and men. J Psychiatr Res 43: 546– 552.
  2. Becofsky KM, Sui X, Lee DC, Wilcox S, Zhang J, Blair SN. (2015). A prospective study of fitness, fatness, and depressive symptoms. Am J Epidemiol: 181: 311–320.
  3. Campbell S, Marriott M, Nahmias C, MacQueen GM. (2004). Lower hippocampal volume in patients suffering from depression: a meta-analysis. Am J Psychiatry 161: 598–607.
  4. . Pajonk FG, Wobrock T, Gruber O, Scherk H, Berner D, Kaizl I, Kierer A, Muller S, Oest M, Meyer T, Backens M, Schneider-Axmann T, Thornton AE, Honer WG, Falkai P. (2010) Hippocampal plasticity in response to exercise in schizophrenia. Arch Gen Psychiatry 67: 133–143.
  5. Gray, JA; McNaughton N (2000). The Neuropsychology of Anxiety: An Enquiry into the Functions of the Septo-Hippocampal System. Oxford University Press.
  6. Babyak M, Blumenthal JA, Herman S, Khatri P, Doraiswamy M, Moore K, Craighead WE, Baldewicz TT, Krishnan KR. (2000). Exercise treatment for major depression: maintenance of therapeutic benefit at 10 months. Psychosom Med 62: 633–638.
  7. Cooney GM, Dwan K, Greig CA, Lawlor DA, Rimer J, Waugh FR, McMurdo M, Mead GE. (2013). Exercise for depression. Cochrane Database Syst Rev 9: CD004366.

 

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